“Hacia el Reino de Dios, que va más allá de las nacionalidades”

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“Hacia el Reino de Dios, que va más allá de las nacionalidades”
(Con motivo de la reimpresión de esta Carta)

La Comisión de Asuntos Sociales de la Conferencia Episcopal Japonesa, presentó el mensaje titulado “Hacia el Reino de Dios que va más allá de las nacionalidades” el 5 de noviembre de 1992, y con fecha 20 de enero de 1993 elaboró un folleto haciendo un llamado a toda la Iglesia Japonesa.

Aquellos eran tiempos en que se incrementaba la número de personas que venían de otros países, y se hacia notoria la presencia de todos ellos en las comunidades parroquiales. En atención a ello, las misas en lengua extranjera empezaron a aumentar. Los fieles japoneses, por un lado, se alegraron del incremento de nuevos miembros, pero, a la vez, empezaron a sentir la problemática de cómo afrontar las diferencias culturales. En algunas parroquias pequeñas, asentadas en la provincia, ocurría incluso que la concurrencia de los extranjeros a las misas era mayor a la de los japoneses, percibiéndose la preocupación de si no sería que la vida parroquial se centraría ahora en los extranjeros. En medio de esta situación, la Iglesia del Japón, recogiendo los sentimientos de sus fieles y acompañándolos, es que hizo el llamado a acoger a los Refugiados Migrantes y Personas en Movilidad como amigos.

De ello han pasado más de 20 años, la situación de los extranjeros ha cambiado enormemente. Luego de la crisis llamada de Lehman Shock, muchos trabajadores han vuelto a sus países, pero, a la vez también han incrementado quienes se han asentado en Japón sea por matrimonio internacional o por otras razones, donde ya se empieza a observar el cambio generacional en los trabajadores migrantes. Los servicios a nivel de los gobiernos locales van mejorando. Pero, por otro lado, hay también la expansión de grupos anti-extranjeros que lanzan discursos xenofóbicos y la política gubernamental no ha cambiado en su carácter discriminatorio para con los extranjeros y los refugiados, es más, puede decirse que hasta ha empeorado.

La Comisión Episcopal de Asuntos Sociales, con el propósito de compartir una vez más la reflexion sobre lo que sería una Comunidad Multinacional y Multicultural, hace entrega de esta edición revisada del folleto anterior, actualizando los datos, cambiando parte de la redacción o añadiendo explicaciones, que han sido supervisados por la Comisión de Refugiados Migrantes y Personas en Movilidad. Será para nosotros una gran alegría si dentro de cada una de las comunidades se comparten las experiencias vividas hasta ahora, los cambios realizados, lo que no se ha podido realizar y los retos que comprometen nuestras futuras acciones.

25 de septiembre de 2016

Mons. Paulo Hamaguchi Sueo.
de la Conferencia Episcopal Japonesa.
Presidente de la Comisión de Asuntos Sociales


“Hacia el Reino de Dios, que vaya más allá de las nacionalidades”

Con motivo de la reimpresión de esta carta.
Conferencia Episcopal Japonesa
Comisión Episcopal de asuntos sociales.

Queridos Hermanos:

La Iglesia tiene la misión de servir y acoger cálidamente a las personas en movilidad. Nosotros los obispos, confirmamos esta responsabilidad, por medio de este mensaje.


Migración: un viaje de encuentros

1) “La migración” es historia de salvación, además de ser un fenómeno social con profunda relación con el desarrollo del Reino de Dios. Nuestro Padre Abraham, partió a la tierra de Canaán alejándose de su país por órden de Dios. Fue así como el pueblo de Israel, preparó la venida al Salvador, al asentarse en las tierras de Canaán. Y el Pueblo de Dios continúa en ese viaje hasta la llegada definitiva del Reino de Dios que es cúlmen de la obra de la Salvación.

En tiempos en que Japón era una nación sin recursos, al rededor de un millón de japoneses emigraron hacia América, tanto del Norte como del Sur y a diversos países del Asia. Actualmente, las personas llamadas NIKKEI-JIN (descendientes de japoneses) son más de 3,500,000 (segun la página web de Kaigai Nikkeijin Kyokai, del año 2014), y no son pocos los católicos que hay entre ellos. Ha aumentado rápidamente el número de visitantes de diversos países que disfrutan de la prosperidad del Japón de hoy. Los residentes ascienden a 2,300,000 (según la página web del Ministerio de Justicia) incluyendo a los residentes irregulares. Hay entre ellos muchos que visitan la Iglesia Católica y se estima que más de 410,000 son fieles católicos. Hoy en día la Iglesia del Japón se relaciona ininterrumpidamente con extranjeros residentes o en tránsito y en particular con aquellos que por diversas razones requieren de apoyo, protección y asistencia, como son:
① Los trabajadores migrantes y sus familias
② Cónyuges extrajeros/as por matrimonio internacional
③ Niños y niñas con raíces extranjeras
④ Estudiantes técnicos en práctica.
⑤ Estudiantes becarios
⑥ Los coreanos, taiwaneses y chinos obligados a trabajar en Japón antes y durante la guerra, durante la época colonial, así como sus descendientes.
⑦ Refugiados
⑧ Tripulación de barcos de diversos países que llegan temporalmente a Japón
⑨ Víctimas del tráfico humano
⑩ Los detenidos en las cárceles e instalaciones migratorias.

Gracias al encuentro con estas personas, oramos juntos y aspiramos a ser una iglesia y una sociedad donde podamos vivir juntos, creemos que se podría dar una transformación desde el Evangelio tanto para la iglesia como para sociedad japonesas.


Algunas dificultades cuando se da el encuentro.

2) En la realidad social japonesa, se observan fenómenos que profundizan aún más la exclusión y discriminación por la incomprensión de las diferencias étnicas, de genero, lengua, cultura, costumbres y por las creencias religiosas. Es cierto que en la iglesia se ha profundizado la comprensión de los fieles extranjeros dado su aumento, aún todavía se observan algunas posturas anteriormente menciondas. Por un lado, los inmigrantes y sus familias, no tienen un sustrato social que los sostenga, por lo que viven una vida cotidiana inestable y son fácilmente marginados dentro del hogar, del centro laboral y el barrio. Muchos de ellos, por no estar protegidos por las leyes japonesas, están expuestos a situaciones difíciles y a veces reciben tratos inhumanos.
 

Actualmente, la ley de “Control Migratorio y Reconocimiento de Refugiados” (Ley de migración), estipula 27 requisitos para admitir la estadía de los extranjeros en Japón. Igualmente por cada Categoría de Estadía establece regulaciones estrictas de las actividades que se les autoriza realizar en Japón. En los últimos 30 años, por matrimonios internacionales y ampliaciones de la ley para permitir el ingreso de extranjeros, han incrementado los Residentes Estables y los Permanentes, pero a ellos y ellas no se les garantizan los mismos derechos legales que a los japoneses. En estas condiciones ocurren diversos problemas, como la explotación de los Estudiantes Técnicos en práctica, a quienes se les exigen trabajos honerosos en reemplazo de la mano de obra faltante en Japón; víctimas de violencia doméstica y aislamiento de las mujeres cónyuges de japoneses; la marginación de los niños y niñas con raíces extranjeras; trato inhumano a los residentes ilegales detenidos en instalaciones de control migratorio; ínfimo número de reconocimiento y acogida de refugiados, etc. Además, últimamente en diversos lugares del país se observa un aumento de manifestaciones del sentimiento anti-extranjero, visible en discursos públicos xenofóbicos que están ocasionando problemas sociales.


Superar las “diferencias” —- Testimonio de la universalidad de la Iglesia

3) Nosotros los cristianos estamos llamados a ser uno en Cristo. No debemos perder de vista que para la Iglesia del Japón, ésta es una gran oportunidad. La Iglesia, es una comunidad que tolera e incluye las diferencias mutuas, superando las diferencias generacionales, regionales, costumbres de vida y culturales. Al experimentar los roces y dolores provenientes de las diferencias mútuas, se nos brinda la oportunidad de conversión comunitaria. La comunidad eclesial logra enriquecerse en la diversidad, gracias a la conversión que acompaña la aceptación de este compromiso. El esfuerzo por aceptar las diferencias significa no exigir al otro, forzándolo a aceptar nuestro estilo de vida, sino que dará luz a una nueva forma de convivencia social y cultural.
 

Para la Iglesia todos somos hermanos y hermanas en Cristo. La Iglesia del Japón no sólo es Iglesia de los japoneses. En ese sentido, no sólo se les debe dar la bienvenida a los Refugiados, Migrantes y Personas en Movilidad, sino que debemos esforzarnos en constuir una sola comunidad, superando las diversas diferencias es como podemos testimoniar a la sociedad actual el carácter universal de la Iglesia.

A través del encuentro con personas de diferentes nacionalidades, iremos testimoniando el Reino de Dios, construyendo una nueva humanidad. Las palabras de San Pablo dirigidas a los Gálatas, es un mensaje actual precisamente dirigido a nosotros:

“Pues todos son hijos de Dios por la fé en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo se han revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gál 3.26-28)

 

Bienaventurados seremos si las personas que vienen a la Iglesia y con las que la Iglesia tenga alguna relación logramos compartir la alegría del encuentro con Cristo.


Los retos de la Iglesia Japonesa

4) La realidad de que muchas personas tengan que alejarse de su patria para vivir en Japón, cuya raza, religión, lengua y cultura son distintas a la suya, es todo un “Signo de los Tiempos” que está en constante cambio. Este “Signo de los Tiempos” es un reto contínuo para la Iglesia Japonesa que, más allá de las nacionalidades y superando las diferencias, pretende construir el Reino de Dios; también es indicador de nuevas posibilidades de desarrollar nuevas formas de evangelizar. Ciertamente, el trabajo dedicado de muchos laicos, religiosos/as y sacerdotes comprometidos en sus comunidades es altamente valorado dentro de la sociedad. Sin embargo, la respuesta a los Signos de los Tiempos no es tarea solamente de una parte de los fieles, es tarea de toda la Iglesia Japonesa en su conjunto que debe de asumirse en lo cotidiano de cada día. Dichas tareas principales son las siguientes:

a) Tareas a asumir conjuntamente con los movimientos ciudadanos y la administración pública.

① Trabajar por la defensa de los DD.HH tomando iniciativas frente a las violaciones de dichos derechos que cada vez van en aumento. Trabajar y colaborar a favor de la solución de los problemas de atención médica, accidentes laborales, despidos injustos, salarios no pagados, acceso al trabajo, búsqueda de vivienda; trabajar por lograr la autorización de estadía para los que son ilegales, por los detenidos, por los deportados forzosamente; por los/las que sufren violencia doméstica dentro de matrimonios internacinales, por la educación de los niños con raíces extranjeras, etc.
② Sobre el apoyo necesario a las familias de matrimonios internacionales, acompañar y pensar medidas de apoyo junto con ellos. Realizar seminarios y grupos de estudio sobre conocimientos de leyes, costumbres y comidas japonesas, el idioma japonés, etc., aprendizajes que les ayudarán a vivir más fácilmente en Japón.
③ Instalar Shelters (refugios de emergencia) y hacer esfuerzos por posibilitar el uso conjunto en cooperación con las organizaciones de la sociedad civil.
④ Asumir el compromiso de trabajar para que las personas que bajo la ley actual de migraciones son consideradas “ilegales” puedan lograr la “legalidad” cuyos DD.HH están siendo ignorados por su condición de no tener autorización de estadía.
⑤ Involucrarse en movimientos que trabajan para que la “Ley de Control Migratorio y Reconocimiento de Refugiados” se torne una ley basada en el respeto a los DD. HH., colaborar en las acciones en favor de eliminar la discriminación y la xenofobia y por lograr la formulación de leyes como la “Ley Básica de erradicación de la discriminación racial” y la “Ley Básica de Residentes Extranjeros”.
⑥ Trabajar conjuntamente con los movimientos ciudadanos para que el “Convenio de Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migrantes y sus Familias” aprobado en la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de Diciembre de 1990, pueda ser ratificado también en Japón, además de compartir todas estas iniciativas con las comunidades de cada parroquia.
⑦ Profundizar la comprensión de las relaciones mútuas como son las económicas, contextos políticos, etc. de los países de envío, recepción y tránsito de los migrantes y solidarizarse con ellos.

b)  Los retos propios de la Iglesia

① Esforzarse aún más para lograr que la Iglesia Japonesa pueda dar testimono de ser una comunidad multinacional y multicultural
②Cada diócesis y sus parroquias deben esforzarse por realizar las siguientes medidas concretas en cooperación con la Comisión de Refugiados Migrantes y Personas en Movilidad (J-CaRM):
・ Para que los fieles extranjeros puedan participar activamente en las celebraciones litúrgicas y los sacramentos, respetando sus expresiones de fe, propias de sus lugares de orígen, ir creando formas nuevas y adaptadas de ser comunidad. Además de preparar los libros litúrgicos necesarios en lengua extranjera y planificar los grupos de estudio necesarios para la educación en la fe.
・ Independientemente de sus nacionalidades, todos ellos son miembros de la comunidad parroquial, por lo que hay que procurar mantener comunicación mutua. Por otro lado, todos tenemos la responsabilidad de ir constuyendo la comunidad, de modo que, hay que invitarlos a que, en la medida de lo posible, hagan los trámites para registrarse en alguna parroquia.
・ Para que los fieles extranjeros no queden marginados de la información, procurar en lo posible ofrecerles traducciones e intérpretes.
・ Es necesario considerar misas en otros idiomas para que todos puedan participar de la misa en su propia lengua materna. Lo deseable sería que la misa en lengua extranjera la programe cada parroquia por propia iniciativa. En ese caso, hay que cuidar de no dividir la comunidad parroquial.
・ Crear un ambiente para que todos, incluyendo los fieles extranjeros, puedan participar por propia iniciativa en las reuniones y actividades parroquiales.
・ Sería deseable que en cada Diócesis existiera una ventanilla de consultas para fieles de otras nacionalidades donde se les pueda atender en sus necesidades.
・ Ir construyedo, como Iglesia, sistemas y redes de comunicación para dar atención a las diversas dificultades por las que pasan los extranjeros.

Vayamos pues, llevando a la práctica activamente los puntos arriba señalados en los diversos espacios de formación, como son los seminarios, en los espacios de formación de laicos, religiosos/as, sacedotes, etc. Desde todos los espacios posibles.

Oremos fervorozamente para que la bendición de Dios, el Padre de toda la humanidad derrame su gracia sobre nuestros esfuerzos por hacer realidad el Reino de Dios que trasciende las nacionalidades.

25 de septiembre de 2016
Conferencia Episcopal Japonesa
Comisión de asuntos sociales.

*Sobre la traducción a lenguas extranjeras del presente texto, favor de consultar a la Comisión de Refugiados Migrantes y Personas en Movilidad.
Comisión de Refugiados Migrantes y Personas en Movilidad:
〒135-8585 Tokyo to Koto ku Shiomi 2-10-10 Centro Catolico del Japón
Tel.: 03-5632-4441

Bajo requisito de comunicación previa a la presente Comisión, se autoriza la grabación libre en voz o hacer réplicas en letras más grandes del presente material. Excepto si es con propósitos lucrativos.
La reproducción en sistema Braile, es totalmente libre acorde a la ley de autoría, artículo 37, inciso 1.

“Hacia el Reino de Dios, que vaya más allá de las nacionalidades”

Fecha de edición de esta versión revisada: 25 de septiembre de 2016
Conferencia Episcopal Japonesa
Comisión de asuntos sociales.

Lugar de emisión: Oficinas de la Conferencia Episcopal Japonesa.
135 Tokyoto Kotoku Shiomi 2-10-10

Tel.: 03 -5632 -4411(conmutador)

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